Mientras la mayoria de las criaturas humanas se sien-ten comodas en el mundo tal como este es, y no solamen-te comodas, sino participes de cuanto sucede en el, mis-teriosamente, ha existido desde siempre un grupo de las mismas criaturas, que ha observado de soslayo la vida en esta Tierra y sus innumerables altibajos como si buscaran algun otro modo de Ser. Quienes para hallarlo se valieron de la razon, resultaron inventores de la filosofia; quienes se apoyaron en la fuerza del sentimiento, escalaron la dificil cuesta de la santidad. El ser humano comun se conforma con tener la con-ciencia de un yo; el santo es ese mismo ser humano que, en oportunidad de tiempo, se da cuenta de que ese "e;yo"e; no sirve para nada, como no sirve para nada el hermoso castillo de arena que levantan los ninos junto a las playas. El viento, el mar, el menor roce, terminan por desmoro-narlo. El santo sabe, por Gracia Divina, que la Vida Verda-dera y la Suprema Realidad se hallan lejos de cuanto se enmarca dentro del tiempo y el espacio. A la minuscula conciencia del yo, se opone la infinita Conciencia Cosmi-ca; es esta ultima la que conquistan los santos, y la conquistan de una unica manera: saturando el espiritu de Amor.