Luna Azul

Poem tica para una LUNA AZUL o c mo entender la utilidad de los decirles en N stor Gonz lezLos que le mos El Arco y La Lira y encontramos en la palabras de Octavio Paz una gu a clara para entender los misterios ocursos de la creaci n, salvamos, con precisi n, algo, como ley: la poes a y el poema son dos entes diferentes, cuya relaci n intima en la historia de la humanidad los ha definido y unido, todo con estrechez y armon a. Yo, como otros amantes de la poes a, creo que hay algo til en el decir del poema. He le do con gusto los poemas que integran este primer libro de N stor Gonz lez, y he conseguido en ellos un aparato del decir que busca ser til, debe ocuparnos entonces saber, para qu son tiles estos poemas de LUNA AZUL? El poema funciona como una red de descubrimientos y hallazgos que se van rebelando y son revelados por el lector, todo por el goce personal y la decisi n libre de hacerlo (nadie lee poes a por obligaci n). Pero por qu escribimos poes a? En el mundo de las necesidades expresivas, los poetas quiz tienen una prioridad, porque sus decires ahogan el pecho m stico y f sico del escritor. Las vivencias en N stor Gonz lez se agolpan para que el decir se propague a trav s de la poes a en la forma del poema como plano de una existencia. LUNA AZUL es un intento de decir profundamente lo que no puede ser callado. En estos poemas se destila un poco la esencia primigenia del autor. N stor se muestra como parece ser: un caballero, un hombre con tacto de colibr que abre con cuidado la cremallera de seda que viste a la realidad y se asoma con cautela a la desnudez de los sentimientos. Su parsimonia est amarrada de plano en el versar y quiz , el "tono confesional", lo m s extra o en todo el libro, ser el susurro que practica nuestro decente poeta N stor Gonz lez cuando debe hablarle a su jard n de saberes, producir las delicadas sonoridades que retumban en los o dos de las mujeres que admira y ama. LUNA AZUL enciende algo, quiz una huella que seguir, y defiende un sentido de la solidaridad humana, de la contemplaci n, del transmutar de lo real observable a lo real sublime, casi como si estuvi ramos en presencia de un documento, o mejor a n, de un testamento, cuyos legatarios est n dispersos en el idioma. Un pistilo de este este lenguaje se deja ver en la seca eroticidad -seca como un pincel seco que hace su trabajo sobre el lienzo- o en la gigantesca brecha de miedos y valent as que est trazada como una sutura de puentes-poemas sobre el abismo de la verdad. En LUNA AZUL el poema muestra una utilidad latente. M s all de la forma, casi epistolar, o de los decires cotidianos y fraternales, hay un modo en demostraci n: un ser consciente y en consciencia de los afectos, que nos ense a a tratar, con un tacto sagrado, las grandes y salubres experiencias cotidianas con lo liviano, lo ang lico, lo sublime, lo voluptuoso. Va de Constantino Cavafis a Fernando Pessoa en lo dicho y de V ctor Valera Mora a Miguel James en el decir. Se mueve en las aguas redondas de una poes a ntima e intimista, pero nos deja huellas del manifiesto amoroso que todos debemos leer en Los papiros amorosos de Eugenio Montejo, y a n as no hace sombra a los maestros, ni los imita, ni siquiera busca parec rseles; sino que se haya a si mismo, en la basta nimiedad que todos representamos ante el gran cosmos, y nos entrega un capsula perfumada de su verdad, una resplandeciente LUNA AZUL que a veces se esconde, pero nunca nos defrauda por completo; una belleza natural, pero enrarecida por nuestra percepci n, un hallazgo notable que duerme sobre el regazo mullido de las palabras de N stor Gonz lez Luis Perozo CervantesMaracaibo, 29 de marzo de 2018