Acercarse a este poemario es una experiencia singular; el t tulo mismo "Transfon as" nos anuncia lo que ocurrir en sus p ginas. El prefijo Trans viene del lat n y significa a trav s, m s all , y fon as nos conecta con el griego phon que significa sonido, voz, capacidad de habla. De tal manera, que nos adentramos en una zona donde el poeta atravesar con agudeza la palabra, ir m s all de la voz. Y eso precisamente es lo que se siente al leer estos textos.En una definici n del propio am nos se ala que: "Una Transfon a es el trayecto radical que trasciende -consciente y desconsideradamente- la forma tradicional sentenciada por la lite literaria." Pretender esta suerte de transgresi n iconoclasta en el lenguaje nos ubica como espectador en una zona clandestina, oblicua, donde la palabra po tica es inducida al quiebre: el poeta la manosea, la estrangula, la acaricia, la apu ala, la exprime, la macera intentando sacarle el zumo de ese m s all , hurgando en significados, sabores y colores ocultos, para alcanzar regiones de asombro y silencio -silencio como entrada interdimensional, nos puntualiza en otro de sus poemas.El t rmino interdimensional nos deja una pista sobre el desarrollo de los textos: desde su estructura arquitect nica y la ubicaci n en la p gina hasta el contenido simb lico, nos abre paso a diversas dimensiones del significado y de la vivencia emocional.En cierto sentido, el poemario se configura como un espacio de juego, advertimos en el poeta una intenci n l dica, pero con la absoluta convicci n del ni o que juega; en otro sentido, nos conduce a observarlo en un serio desacato, una rebeld a ante la formalidad de los discursos, ya sean estos amorosos, pol ticos o religiosos. Siempre conserva la permanente sospecha ante las palabras, ellas tienen que ser atravesadas, desvestidas de artificio, vueltas al rev s para dejar al descubierto las costuras, las v sceras, el mundo ntimo, real, la m dula. El poeta busca lo que pasa por la mente de la palabra o los versos detr s de los versos /volteando los p rpados del poema.Sin duda, arturo manchego se nos muestra como un poeta dif cil de clasificar; tal vez hereda dentro de la l rica venezolana a grandes autores del siglo XX como Jos Lira Sosa o Rafael Jos Mu oz, comparte con ellos la hechura surrealista y la vocaci n transgresora radical de ambos.Tambi n nos recuerda a los poetas anglosajones de la generaci n beat en cuanto a esa b squeda de lo esencial a trav s de la experimentaci n, rompiendo estructuras, burlando lo convencional y elitista en el acontecimiento po tico. Sin embargo, am no parece detenerse en un territorio espec fico, alcanza por un lado altas notas l ricas para luego pasar, casi de inmediato, a lo grotesco, lo vulgar, "las coprofon as", hasta llegar a la deconstrucci n del lenguaje y la alteraci n del idioma propio de la subcultura caraque a.Percibimos adem s reiteradas obsesiones: diosas musas- "ginecolatr as" para desembocar en lo sublime.Igualmente, el poeta aborda de manera irreverente el fen meno religioso institucional, al mismo tiempo que nos transmite la figura de Jes s desde la originalidad de la inocencia.Nada se escapa a la capacidad fulminante de la poes a de AM. "Niega tambi n la rigurosidad patibular contra s misma -no se juzga ni se condena-, es un acto de fe que incluye las formaciones que pudieran provenir del inconsciente (Dios incluido)."- afirma el poeta de sus Transfon as. NI siquiera la madre como figura ic nica, intocable, est a salvo de este asalto feroz de la palabra. Detr s de estos juegos irreverentes el poeta interpela al lector en sus creencias y posici n ante el mundo, de tal forma que este poemario no deja a nadie en la neutralidad, por el contrario se tiene la impresi n de haber entrado a trav s de sus p ginas en un territorio m gico y contradictorio, donde se cabalga entre el delirio y la perplejidad; la belleza de lo inaudito nos at